domingo, 22 de julio de 2012

The Dark Knight Rises o la persistencia de la infamia

Si hay algo que se está dando con funesta frecuencia en el cine de estas últimas décadas es la mitificación de la mediocridad. Y si desgranamos la faceta más palomitera del mismo, podemos llegar a la quintaesencia de la susodicha en el director más pretencioso, irregular y autocomplaciente que nos ha brindado el celuloide; Christopher Nolan. 

Así como hacedores de sueños han regalado a niños y adultos obras marcadas por la ilusión y el cariño en anteriores épocas -véase gente como Joe Johnston, Steven Spielberg o Robert Rodriguez-, ahora la presunción y la mal enfocada épica son los dos grandes problemas a solventar en el cine actual. Dos problemas que para comprender mejor hay que echar un ojo a cintas como la que hoy nos ocupa y sus precuelas, exponentes de la decadencia en los blockbusters del nuevo milenio.

Con un discurso tan cansinamente recurrente como fallido y moralista, la película de la que vengo a hablaros trata de maquillar un mensaje altamente conformista y políticamente correcto con capas de debate absurdo, vacío y en definitiva falto de chicha. Pero es que si obviamos toda esta tediosa faceta del filme y lo enfocamos como un ejercicio de evasión, también falla. Nolan no aprende a dirigir la acción después de haber sido apabullado por su pésimo trabajo en Inception. El guión falla en su ejecución a pesar de partir de una base medianamente interesante; otorga un desenlace desinflado para las expectativas que el mismo metraje promete por su condición in crescendo. El montaje es todavía peor que en sus precuelas -delito grave- y el ritmo se desinfla durante, literalmente, una hora de las casi tres que abarca la producción. 

Pero yo creo que el gran fallo -no solo a nivel ténico, sino moral- de la película es el abuso del CGI, lo cual supone la máxima traición a los criterios y principios de los que presumía el director, que quedan disueltos en un batiburrillo de modelos digitales de los superhéroes, un villano completamente generado por ordenador, con solo la voz de Tom Hardy como baza interpretativa y mil insultos más al buen gusto que pueblan la pantalla, apoderándose del poco interés que podría desprender una cinta despreciable, insulsa y mal rodada.


MI NOTA: 6/10

No hay comentarios:

Publicar un comentario